viernes, 21 de diciembre de 2007

Feliz Navidad a la mejor clase del Mundo (y que ahora está por todo el mundo)



Esta entrada va dedicada a la mejor clase de tooooodo el CECO. Decir, Andrés, que me ha encantado que nos mandes esta foto para felicitarnos las fiestas. Ahora la tengo de fondo de escritorio y me encanta señalar a cada uno y comentar donde nos ha mandado el "destino ICEX".


Carlos, Luis, Cristina y Esther (con el pequeño Antonio a punto de nacer) en Madrid. Bueno, y Nacho que está por allí pero preparándose para ir a Nueva Delhi.

Un beso gigante a los de Asia. A los de China: Ali, María, Llanos, Patri, Cristina, Pablo y Rocío. Yo sé lo que es pasar parte de estas fiestas por allí y, al menos en Pekín hace taaaanto frío... A Antonio, que está en Taipei. A Nico que, pese a disfrutar del paraíso de Malasia se queda con las playas de Baleares. A Marta y Juanín (el gran afortunado de la clase), que serán de los primeros en festejar año nuevo en tierras japonesas. A Susana y Darío, que ahora ya son legales en Dubai. Y al pobre Alberto que no tiene Navidad en Teherán.

A los africanitos, muchos más besos. A los marroquies, Anna y Javi, vosotros lo tenéis fácil para subiros a casa por Navidad. A (J)Andrés, que desde tierras sudafricanas está conquistando el continente. Y a Jesús, del que no tenemos noticias sobre su llegada a Libia.

A los europeos, que no sabéis la envidia que me dais al tratar con gente competente... Un beso grande a Mercedes (Alemania) y a Melo (Croacia), parte muy activa del grupo E-8. A Cecilia, que está en mi ciudad, Roma. A Virginia en La Haya y Andrew en Londres. Y a María Murcia que, muy lista ella, pasó del Icex y se fue también a la ciudad del Tamesis. A Gabriela, que se nos está volviendo polaca y a Luisa, que se desespera en Bruselas envuelta en la niebla. Y, por supuesto, a mi periodista favorito y "padre de mis hijos", Javi (Vergara's Pizzery) que desde tierras suecas manda mensajes a Papa Noel.




Bueno, y a mis vecinos de continente. Tanto del Norte: José Luis y Tomás en NY, Carlos y Marta en Miami y Elena en Washington, como del Sur: Eva Alonso en Sao Paulo y Eva Paíno en Quito.
Pues nada, desde este punto del mundo, un beso gigante a todos. Yo, dentro de nada me voy a casa (a la de mis padres de Palma) para pasar allí parte de las fiestas.
Feliz Navidad y un muy buen año 2008 a todos que, este año, llegará en momentos diferentes para cada uno.

jueves, 20 de diciembre de 2007

El tiempo pasa más despacio

No sé si será por la gravedad, la inclinación, la altitud o qué sé yo, pero en Bogotá el tiempo pasa más despacio. Las horas son más lentas y las semanas (aunque las últimas hayan pasado rápidas), tienen más de 7 días. También será que por todo tienes que esperar horas y horas. En el aeropuerto hay que estar 3 horas antes de la salida del vuelo y para pagar los recibos de casa tienes que armarte de paciencia y hacer una peregrinación bancaria. Cada factura se paga en un banco diferente y, como te “demores” unos días en hacer el abono, directamente te cortan la luz, el teléfono o el agua. Supongo que en España hace 30 años, cuando nadie tenía domiciliados los recibos era igual. Pero lo que está claro es que para las empresas, tener a un tipo que se dedica a perder horas en las colas de los bancos, no es muy rentable y no augura un desarrollo económico inminente del país.

El otro día acompañé a Lucía a arreglar unos papeles para poder sacar de la aduana una cámara de fotos que se ha comprado en Estados Unidos. Para llegar al sitio, estuvimos más de 2 horas en un taxi, con un taxista corto corto que no sabía dónde íbamos (y eso que situar una calle aquí es facilísimo porque están numeradas). Después de eso, 20 minutos esperando para el papelito en cuestión (lo más efectivo y competente que he visto en casi 3 meses), 45 minutos de cola en un banco para pagar unas tasas y un rato más en el taxi para ir a la zona franca. Todo continuó hasta las 6 de la tarde, hora a la que llegamos a casa muertas de agotamiento después de haber salido de la oficina a las 11:15...

Lo que está claro es que aquí se valora el tiempo de otra forma y se pierden muchísimas horas al cabo del año. Así no hay país que evolucione...

martes, 18 de diciembre de 2007

Río. Día 5 - Sao Paulo

Rio de Janeiro - Sao Paulo, 10 y 11 de diciembre de 2007.

¿Qué problema transmitiré yo a los aviones que no pueden salirme bien del todo mis viajes?

El lunes, con una pena tremenda me despedí de Pati y me fui hacia el aeropuerto de Río. Allí, después de hacer una hora y 20 minutos de cola para facturar, me entero de que mi vuelo sale con retraso y, por lo tanto, llego a Sao Paulo más tarde de lo previsto. Pero bueno, no pasa nada porque no tengo la conexión con el vuelo a Bogotá hasta las 7:30 de la tarde. Así que salgo de la sala de llegadas y está Fernando (el taxista de Eva) con un cartelito y mi nombre. Después de más de una hora en el taxi y unas conversaciones surrealistas en portuñol, llegamos a la oficina de Eva. Comida rápida y vuelta al aeropuerto.



Aquí empieza mi odisea. Cuando llego al control de vacunas (sí, me miran el pasaporte de vacunas por la fiebre amarilla) me dicen que mi vuelo no existe y que el único que hay a Bogotá es a las 15:30, así que no tengo forma de volver a casa... Pregunto, imploro, que me manden a cualquier otro sitio del que pueda coger un enlace y estar al día siguiente en el trabajo. Pero no hay forma de convencer a la de Varig (la compañía brasileña). Así que me dice que la compañía me pone un taxi hasta el hotel y me pagan una noche allí. Pero, como está Eva y la charleta de una hora me ha parecido totalmente insuficiente, la llamo y cambio el hotel por un colchón en su casa. La verdad es que, dentro de lo malo, estar unas horas más con Eva, cenar en un restaurante italiano de Vila Magdalena, hablar más y más y recordar los seis meses que pasamos juntas en el CECO ha compensado la putada de perder un día entre aeropuertos, taxis y aviones.




Como en la oficina de Sao Paulo empiezan a trabajar a las 8 de la mañana, pedí a Varig que me pasaran a recoger a las 7 de la mañana. Llego al aeropuerto pasadas las 8 y, al menos, me dejan entrar en la sala VIP, donde estoy horas y horas, tomo café, me quedo dormida en una butaca, leo, bebo una coca-cola, sigo leyendo, vuelvo a beber algo más y así durante más de 5 horas. Al final, después de otros problemas en aeropuertos, el avión sale y sobrevuelo Brasil, aterrizamos en Manaos y volvemos a salir para, por fin, llegar a "mi ciudad". Por cierto, ¡la vista del Amazonas a la llegada a Manaos es increible!




Río. Día 4

Río de Janeiro, 9 de diciembre de 2007

Tras la marcha de ayer (y tener partes de mi cuerpo achicharradas), esta mañana ha vuelto a tocar playa. La verdad es que hemos llegado tarde y yo he aguantado una hora sobre la arena. Pero un rato más haciendo de abuelita sentada en el chiringuito y tomándome una coca-cola mientras leía un libro.



Por la tarde, después de cargar en el mercadillo, hemos ido a la Rueda de Samba de la Casa Rosa y allí hemos cenado feijoada (frijoles -judías- con arroz, carne, una cosa verde, una harina rara y naranja) y bailado un rato. Al principio se estaba bien, pero al final había demasiada gente y hacía un calor infernal. Pero, entre que el ambiente era bueno, la música muy animada y volvía a tocar el negrito guapo de ayer, pues ha estado muuuuy bien.


viernes, 14 de diciembre de 2007

Río. Día 3

Río de Janeiro, 8 de diciembre de 2007

Hoy ha tocado playa, playa, más playa y samba, samba y más samba. La verdad es que ninguno de los dos planes es mi favorito para pasar un día, pero he disfrutado tanto que creo que tengo que cambiar mis preferencias...

Ayer por la noche fuimos a tomar unas caipirinhas con las primas de María que terminaban su viaje de dos semanas por Brasil y esta mañana nos hemos levantado algo tarde. Hemos ido a desayunar unos buenos jugos de zanahoria (para ponernos más morenas) y directas a la playa. Aquí (como en Cádiz pero más) no paran de pasar vendedores entre los bañistas. Unos venden queso caliente, otros camarones (llevan una barbacoa portátil), helados, bebidas, pareos, bikinis, galletas, crema solar. Vamos, que no hace falta llevar nada a la playa porque lo puedes comprar todo allí.






En cuanto al Atlántico, el agua está bastante más caliente de lo que esperaba, pero por comparación es como la de principios de junio u octubre en el Mediterráneo. Es divertido, porque hay olitas que rompen en la orilla. Pero también es peligroso por la resaca y esas mismas olas que te tiran y bebes bastante agua (al menos a mí, que soy bastante patosa, me pasó).

Por la noche, la cena en Lapa y unas caipifrutas en un puestecito bajo los arcos para aguantar la marcha brasileña. El local elegido ha sido el Sacrilegio, y hemos bailado (yo no mucho) toda la noche con música en directo muy buena.





Río. Día 2

Río de janeiro, 7 de diciembre de 2007

Hoy he podido comprobar que en Río, el clima bueno no está asegurado. Ayer hizo un calor tremendo y hoy ha amanecido lloviznando y con unos nubarrones bastante feos. Pero bueno, mi plan de hacer el tour por la ciudad seguía en pie y a las 8:45 han pasado a recogerme en una furgoneta para ver (o intentar ver) todo lo más interesante de la ciudad.

Hemos pasado una hora recogiendo a gente por toda la ciudad y, hemos empezado nuestro recorrido en el estadio de Maracaná La verdad es que, posiblemente, era una de las paradas que más ilusión me hacía, pero el concierto de The Police de mañana ha impedido que entráramos al estadio de fútbol más grande del Mundo. Pero bueno, al menos he hecho una foto de un cartel de fuera y del monumento a los campeones de los mundiales de 1958 y 1962.









De allí, hemos ido al Sambódromo, que no es más que una calle con gradas por donde desfilan durante 2 días las 14 escuelas (7 cada día) más importantes de samba de la ciudad. Para hacer un poco el payaso, todos los del grupo nos hemos puesto unos disfraces de años anteriores que hay en la tienda y, al menos yo, no puedo entender como se puede bailar con estos trajes durante horas y horas. Pero bueno, en España en Semana Santa se ven cosas más duras aunque con finalidades diferentes...






La siguiente parada del tour ha sido en la Catedral de Río. Cuando digo Catedral, no os imaginéis una iglesia a la europea, sino un templo moderno (de 1976) con forma de pirámide y en el que caben unas 20.000 personas. La verdad es que es muy bonita, sobre todo por dentro y transmite una paz bastante más interesante que las catedrales lúgubres a las que estamos acostumbrados.








Para continuar, y como visita obligada, hemos subido al Cristo del Corcovado y, más tarde, al Pao de Açucar. La mala suerte ha querido que no pudiéramos ver más que nubes desde los dos sitios. Es más, casi ni veíamos el Cristo. Pero bueno, como Río es una ciudad que me ha gustado y a la que pienso volver, ahora tendré una excusa para hacerlo: ver todo lo que me ha faltado por ver...





Rio. Día 1

Día 1
Río de Janeiro, 6 de diciembre de 2007



Llegar a Río ha sido un poco odisea, pero al final he llegado a la Rua Nascimento Silva número 22, o lo que es lo mismo, a casa de Pati Polite. El apartamento en el que vive con María es muy veraniego y acogedor y está a tan solo 5 cuadras de la playa.

En casa me ha dejado instrucciones precisas de los sitios cercanos a su casa donde puedo comer, comprar y, sobre todo, cómo puedo llegar al mar (bueno, al Atlántico).
Como era de esperar, me he puesto el bañador y me he ido hacia la playa de Ipanema. Dejando claro que no me gusta nada de nada ir a lucir mis michelines por la arena, por primera vez en mi vida me ha dado vergüenza auténtica ir a la playa con un bañador entero. Aquí todo el mundo lleva bikini (y cuanto más pequeño, mejor). Así que he aguantado una horita y me he vuelto a casa para cambiarme y buscar una tienda en la que poderme comprar un bikini. Y lo he encontrado. No es muy bonito, pero ahora la gente ya no me mirará raro por la playa...




Por la tarde, cuando ha llegado Pati a casa ha sido una alegría total. Llevábamos casi 3 años sin vernos, y nos hemos puesto a recordar cosas del Estu, de Roma-Bologna, del Chami y de Mallorca. ¡Qué felicidad!

Por la noche, tocaba clase de percusión en la Casa Rosa (un centro cultural muy chulo). Allí he visto –yo con mi ritmo paso de tocar nada- como ensayaban y luego hemos comprado unos instrumentos.


El día, para hacerme más feliz todavía, ha terminado en un restaurante japonés y luego, a la cama, que mañana ellas trabajan y a mi me toca tour por la ciudad.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Bogotá - Manaos - Brasilia - Rio Janeiro

5-12-2007. Avión Bogotá - Manaos


En mi primer viaje al hemisferio sur y a unos 9000 metros sobre el nivel del mar, estoy viendo el cielo estrellado por primera vez en dos meses.

Bogotá, pese a que su eslogan dice que está “2600 metros más cerca de las estrellas”, es una macro ciudad de 8 millones de habitantes tan contaminada que impide ver los astros de noche. Algún día, y con una gran emoción, hemos podido ver Orión o Casiopea, pero esas noches despejadas en las que el cielo se abre son, también las más frías.

Se supone que si en Río se dejan ver las estrellas, el firmamento se ve diferente, igual que las estaciones (ahora es verano) y el girar del agua en el lavabo. Ya lo experimentaré dentro de unas horas...

Cuando hemos subido al avión, uno de los azafatos (sólo hay una mujer en la tripulación y es la que baja la media de edad), ha “flitado”. No sé si lo hacen en todos los vuelos o sólo en los provenientes de Colombia. Pero, entre esto y el control de mi pasaporte de vacunas, me he sentido un poco “apestada”.

Bueno, dentro de media hora, más o menos, llegaremos a Manaos, donde mis miedos me dicen que no me va a dar tiempo de pasar el control de pasaportes, recoger mi maleta, volver a facturar y no perder el avión. Ya veremos...

Pues sí, me dio tiempo de hacerlo todo y, encima, tuve que esperar porque el vuelo de Manaos a Río de Janeiro (con parada en Brasilia) tuvo una hora de retraso y salimos a las 3 de la madrugada. Por cierto, Manaos, que está en medio del Amazonas, tiene un nivel de humedad descomunal, incluso de noche.

Antes de salir hacia Rio

5-12-2007. Aeropuerto El Dorado. Bogotá

Yo me considero europea 100%, no ya española, porque creo que el gentilicio “europeo” define mejor a lo que me refiero. Es más, creo que, sino fuera por el frío y la falta de sol, yo sería feliz en Suecia, Finlandia o Noruega. Pero, la lotería ICEX me ha traído a la zona complicada en competitividad (supongo que en África es peor y que el problema del idioma no ayuda mucho en Asia). Cuando te dicen que tu destino es América Latina piensas: “bueno, al menos la barrera cultural e idiomática está salvada”. Primer gran error. Pese a que hablamos el mismo idioma, la forma de comunicarse no es la misma.

No hablo de las palabras ni de las expresiones diferentes. Hablo de la manera de comunicarse. Y, aquí, choco con el colombiano.

Colombia se está abriendo y modernizando, pero esa manera de llamarte “señora” o “su merced” se me hace de Amor en Tiempos Revueltos y me incomoda sobremanera.
Otra cosa que no puedo soportar es que me hablen mirándome a los pies, como me ha hecho Diana Esperanza en la facturación de mi mochila de 9 kilos (creo que nunca había viajado con tan poco peso) y que, ahora mismo, debe estar en el “almacén de las maletas de pasajeros bordes” para ser llenadas de droga.

A mi, que siempre me han gustado los aeropuertos, no tanto como a Paola, que quedaba para tomar cafés en Barajas, y que hoy era la mujer más feliz del mundo, llegar a El Dorado me ha puesto de un mal humor tremendo. Entre el taxista-camello suicida, que no ha respetado ni una sola señal de tráfico en todo el camino y los de Varig, han conseguido sacarme toda la felicidad de encima.

Menos mal que mañana me recuperaré tomando el sol en Ipanema...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Me voy a Rio

Hoy que se cumplen dos meses desde mi llegada a Bogotá, me voy a Rio de Janeiro. Llevo más de dos años sin ver a Pati y mañana me recibirá en su ciudad. Ya tengo un planing organizado que me encanta y que, seguro, disfruto muchísimo.
Como no tengo demasiado tiempo, sólo quiero mostrar mi más absoluta admiración hacia Luis que hoy ha sabido que ha aprobado el tercer examen de la oposición y ya tiene un pie y medio en la carrera diplomática.
Pues nada, volveré el lunes por la noche de Brasil y el martes empezaré a comentar todo lo del viaje.
Buen puente.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Mi viaje a Itaca

Hoy, buscando una canción de Ismael Serrano por youtube me he encontrado con este regalito... La verdad es que, estando por aquí, tanto Ismael con su "No estarás sola" como Lluís Llach con "Itaca" ayudan en los momentos esos de bajón (cada vez menos frecuentes).



Yo también, como Ismael, tengo un sueño y lo estoy persiguiendo. En mi caso, no es vivir de la música, más que nada porque me "invitaron a abandonar" dos coros siendo pequeña, pero sí sueño con cosas que me están llevando a escenarios cada vez más grandes y más lejanos...



Muchas veces no sé ni cuál es mi Itaca final, pero eso no importa "preg perquè el camí sigui llarg, ple d'aventures i de coneixences (...) que siguin moltes les matinades i que entri en un port que els meus ulls ignoraven i a ciutats per aprendre dels que saben" En mi Itaca voy parándome en muchas islas, voy haciendo un viaje en mi vida que me ha llevado a Madrid, Roma, Dublín y ahora, a Bogotá. Me demoro en cada isla, saboreando los instantes (aunque al principio cueste saborear según qué), porque es cierto que es más importante el viaje que la llegada. Además, yo llegué a una pequeña Itaca, al trabajo de mis sueños y no salió bien. Pero, aún así, es bonito caminar, perseguir un sueño mediante un viaje (y en mi caso, nunca mejor dicho, un sueño que me ha llevado durante 8 años viajando de un lado a otro). A veces, las islas en las que me paro no son paradisíacas, son más bien islas artificiales en medio de cordilleras o sobre una meseta, pero van a aportar igual "Tingues sempre al cor la idea d'Itaca.Has d'arribar-hi, és el teu destí,però no forcis gens la travessia. És preferible que duri molts anys,que siguis vell quan fondegis l'illa, ric de tot el que hauràs guanyat fent el camí, sense esperar que et doni més riqueses"

Y aquí estoy, en la oficina de Bogotá, en teoría trabajando pero pensando ¿qué hago yo aquí?. Supongo que la conversación con Carlos de anoche ha influido en este post y, más que nada, el pensar en lo que voy a escribir para el suyo. ¿Qué voy a contar de nuestras Itacas, Carlos? Mañana espero tener la respuesta en forma de post.

El Parque de la 93 en Navidad



Volviendo al tema de la Navidad (muy recurrente en estas fechas), no puedo olvidarme del Parque de la 93. Aquí, las calles no tienen nombres, sino que se conocen por números y la 93 es el centro de un radio muy pijo y selecto de Bogotá (aunque sea un poco de "plastelina" y con gente a la que le encanta lucirse). Este parque, que hace algo más de 10 años era un basurero, se ha convertido en el lugar más chic de la ciudad y en estas fechas es el punto de reunión de todos aquellos que desean ver la transformación de este solar e imaginarse cómo puede ser Bogotá en un futuro.


En una ciudad donde el color habitual es el gris, la cercanía de la Navidad le ha dado otro tono gracias a las luces parpadeantes que se encienden en las fachadas de los edificios y los árboles de navidad sumamente engalanados que se aprecian a través de los ventanales. Las tiendas hacen su agosto particular con los productos navideños. Hay manteles, vajillas, bandejas, luces de todo tipo, ciervos de mimbre y bombillas que se encienden y mueven, y todas las bolas y muñequitos imaginables. Pero, incluso habiendo visto el "negocio" de la decoración en esta ciudad (para mí sólo comparable a lo que vi en México hace tres años), no puedes imaginar cómo está el parque sin verlo...



Los árboles se han convertido en arbolitos gigantes en los que se han colgado estrellas y bolas brillantes de gran tamaño. También hay coronas navideñas iluminadas colgando de farolas y ramas y, en el centro del parque, un gran belén con todas sus figuritas. La verdad es que no me he pasado por el parque de día y sé que tengo que hacerlo. Pero, por las noches, es el centro neurálgico del barrio y el lugar de peregrinación de la mayoría de bogotanos. Además, para inaugurar la iluminación (y por lo que me han dicho, para congregar a más gente), cada noche hay una lluvia de fuegos artificiales que dan más color a la zona.

Hoy tengo que reconocer que me gusta este abuso de los adornos y las luces, aunque no me emocione la Navidad. Y es que, cualquier ciudad del mundo muestra su mejor cara en estas fechas.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Ya es Navidad en Bogotá

Ya es Navidad en Bogotá. Como en la mayoría de ciudades del mundo, al acercarse diciembre, la capital colombiana se ha engalanado y está mostrando una de sus mejores caras. Realmente el cambio lleva forjándose casi un mes pues aquí se cambió la decoración de Halloween por Navidad, sin tener un "período de descanso".

Pese a que la electricidad aquí es muy cara, en las casas no se escatima en luces de todas las formas y colores y, como no, en los árboles (el de la foto es el de la entrada de mi casa).

Yo, este año no decoraré mi casa, más que nada porque en diciembre voy a estar poco tiempo en Bogotá. El miércoles que viene empieza (si los problemas aéreos no se vuelven a cruzar en mi camino) mi mes viajero. El primer destino es Río de Janeiro. Después de prometerle a Pati durante dos años que iría a verla, estoy ansiosa por pisar Copacabana, Ipanema, el Maracaná y mil sitios más. Además, voy a conseguir ver la única nueva maravilla del mundo que les falta por ver a mis padres.

La siguiente salida de Bogotá será del 21 al 25 y el lugar elegido es la Sierra Nevada del Cocuy. Allí, entre montañas y nieve, acampada en una tienda y con un grupo del que sólo conozco al guía pasaré mi día de Navidad más cerca de las estrellas. Si todo va bien, y si mi soroche (mal de altura) no me deja sin aire antes, el 24 de diciembre subiré a más de 5.000 metros. Creo que va a ser una buena experiencia y, desde que me decidí por este plan, me noto mucho más contenta. Eso sí, la preparación está siendo un poco dura porque prefiero ir machacandome en el gimnasio poco a poco a que me dé algo por allí.

Y, lo último de este mes que está por empezar es ir a Palma. A mi madre, estando en Monterrey con María le prometí que no volvería a pasar un día de Reyes fuera de casa, así que este año me regalo y le regalo mi presencia en casa. Así, los Reyes no tendrán que dejar paquetes vacíos en mi sofá para que no le dé penita ver esa parte del salón vacío...

martes, 27 de noviembre de 2007

Las busetas

Tras una hora de masaje, media de bici y otra de Tai Chi, y mientras se hace la sopita de recuperación, me pongo con un post más relajado y positivo que el anterior. Me han dicho que estaba un poco negativa el sábado y hasta l’avi Lluïsa se ha preocupado preguntando si m’enyor . Así que hoy, teniendo en cuenta que no me ha pasado nada reseñable, voy a hablar de algo típico de esta ciudad y que nos tiene un poco alucinados: las busetas.




Partiendo de que en Palma no suelo usar el transporte público, que en Madrid cogía el metro por comodidad pero que prefería el autobús aunque tardara media hora más, y que en Roma el tram y el bus (siempre gratis) me llevaban de un sitio a otro, aquí se me hace raro desplazarme siempre en taxi. Pero, es que son taaaan baratos. Y, volviendo al tema del que hoy quería hablar, las busetas son como unos entes desconocidos. Sabemos que existen, las vemos constantemente, pero desconocemos por completo su funcionamiento. Pablo me consta que ya las ha probado, pero Lucía y yo en Bogotá no. Ella cogió una en Cartagena y creo que fue una aventura bastante interesante.



Aquí, lo que se ve es que no hay paradas fijas y los buses son cada uno de su padre y de su madre. Es decir, no tienen ni colores corporativos, ni marcas, ni edades. Por lo que nos han contado, son de pequeños propietarios que van a comisión y, por eso, se paran allí donde los solicitan. Por eso, conducir en esta ciudad se convierte en el “más difícil todavía”. Partiendo de que los intermitentes no funcionan a 2600 metros, las busetas realizan sus desvíos para recoger o dejar pasajeros sin avisar, con el consiguiente peligro de chocarte con ellas. Pero, como por arte de magia, no hay accidentes y los coches (carros en estas latitudes) se esquivan como en una pista de feria.



A ver si un día de estos consigo descifrar los carteles que llevan en la parte delantera las busetas y que, se ve, informan sobre su recorrido, y me subo en una de ellas.

Ahora, voy a sacar mi sopita del fuego, a ver un poco la tele y a dormir, que mañana debería trabajar un poco, que hoy me he vuelto a dedicar a “mis labores” en la oficina, entre ellas, hablar 40 minutos con mis padres y casi media hora con Carmen.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Las locuras en Bogotá

Bogotá, pese a que los nativos dicen que es una ciudad moderna y con cosas que hacer, no tiene mucho que ofrecer. Es gris, hostil y rige la ley del más fuerte (principalmente en la lucha tráfico-peatón). Es una ciudad en la que tanto llueve como sale el sol y que, pese a “estar 2600 metros más cerca de las estrellas”, pocas veces se ven.

Es la ciudad de los contrastes. Tanto da estar en una calle llena de edificios modernísimos que, girarse y tener una casita pequeña y bastante cutre. En cuanto a los vehículos que transitan por el asfalto (en algunos casos, casi trincheras), hay una mezcla entre coches de todas las épocas, busetas que sacan humo negro y denso como carritos de caballos que hacen las veces de recogida selectiva. Según lo que leí en el periódico, en Bogotá circulan más de 3000 caballos y asnos, lo que me parece un número desorbitado para una ciudad que presume de ser de las más desarrolladas del continente…


Sumado a todo está además, el hecho del cambio horario, no ya la diferencia de 6 horas que nos separa de España, sino del cambio del reloj de uno en esta ciudad. Desde que hemos llegado yo he transformado mis tiempos normales de hacer las cosas, principalmente, de despertarme. El hecho de poder dormir un sábado o domingo hasta las 3 de la tarde, aquí es impensable. La cama me “escupe” muy pronto y a las 9 ya estoy en pie. Todo esto, me está volviendo un poco loca y ya he tenido el segundo episodio de esta nueva fase de mi vida. El primero, ocurrió hace una semana, cuando fui a la peluquería a las 7:15 de la mañana para que el peluquero me arreglara el pelo por primera vez después del alisado. Además de lavarlo y devolverlo a su estado normal, me maquillaron y fui al trabajo hecha una “colombiana”. El segundo episodio ha sido hoy sábado, cuando he ido al gimnasio a las 8:30 para hacer media hora de cardio y una de yoga.


Definitivamente, menos mal que en diciembre me espera Río de Janeiro y Palma, porque como me pase más tiempo encerrada aquí, empiezo a mandar currículos a España y me vuelvo a la mínima oportunidad.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Más presentaciones de libros

El Metropolitan Club de Bogotá se está convirtiendo en una gran opción para ampliar nuestros horizontes culturales. Si el otro día acudimos a la presentación del último libro de Aznar, el martes lo hicimos para la cena de entrega del Premio Planeta de Periodismo 2007. En esa ocasión el club ya estaba decorado con todas las luces y adornos navideños que, junto a la buena cena, hizo que pareciera más la celebración de una fiesta de la alta sociedad para recaudar fondos que la entrega de un premio.

El galardonado de este año fue Gerardo Reyes, con su obra Nuestro hombre en la DEA. La historia de un fotógrafo que negoció la libertad de más de un centenar de narcos en Estados Unidos. Por lo que contó el autor, y el periodista que le presentaba, el libro puede estar bastante bien y, como no, terminamos comprándolo y haciéndonoslo firmar por el premiado. Al final, como el Grupo Planeta nos siga invitando a presentaciones, necesitaré una maleta especial para transportar los libros a casa...

A parte de este evento social, en el que estaban las mujeres más ideales de Bogotá (creo que todas operadas por los mismos cirujanos), no he hecho nada nuevo. Bueno, hoy me he apuntado al gimnasio y ya he empezado con el yoga... Será que el trabajo que nos han encargado hoy me ha puesto bastante nerviosa y tengo que relajarme de alguna manera. La verdad es que no sé si prefiero ir a la oficina a perder el tiempo o tener que escribir dos notas sectoriales súper interesantes: conservas vegetales y pescados en conserva. Vamos, una emoción de temas, pero mejor que no hacer nada, supongo.



martes, 20 de noviembre de 2007

Hablar al vacío

Como dije en otro post, una de las cosas mejores del trabajo es poder llamar a España gratis. La conexión se hace vía internet y, al llegar a Madrid, funciona como una tarifa plana española normal (o eso es lo que me ha contado Grego, el informático). El problema es que, muchas veces, la conexión falla y desde aquí oímos perfectamente lo que se dice al otro lado del aparato, pero no al contrario.

Y, por este motivo, hoy he tenido una conversación de 8 minutos con mi prima (casi mi hermana)en la que la pobre hablaba y hablaba y yo me moría de la risa. Encima, como yo no colgaba, ella era consciente de que la escuchaba y me seguía contando sus cosas. Uffff, cuánto se echa de menos estar al día de las cosas cotidianas de la familia y los amigos. Al final, y mediante un mensaje a su móvil, le he dicho que colgaba porque nos íbamos a volver locas y que le contestaría por aquí.

Idó, reina meva, estic molt contenta de què fessis un poc de cultura per Còrdova i que a ses teves nines els hi anàs tan bé a nes campionat. En quant a s’ordenador, te podries comprar un teclat nou (o intentar arreglar es vostro) i, així, te podria escriure a s’email. Bé, tu continua fent de germana de na Carme, que crec que m’enyora un poc i discuteix un poc perquè, quan me vegi, no tengui ganes de barallar-se. Ara me’n vaig a fer es massatge de turno i, després, mos han convidat al sopar de presentació des darrer Premi Planeta de Periodisme que, com no, contaré a un altre post.
Un beso molt gros i un altre per ta mare (tia Carme, que faré jo tot s’estiu a Bogotà sense anar a pescar a ses roquetes???)

lunes, 19 de noviembre de 2007

Alguien conocido





Tras casi un mes y medio en Bogotá, hay muchas cosas que se echan de menos de casa y, como no, algo muy importante es la gente. Por eso, aunque parezca un poco raro, ver a Arango (para quien no le conozca, el delantero venezolano del Mallorca) me alegró el viernes.


Él no es una persona muy sociable ni habladora, pero estuvo muy simpático. Creo que le sorprendió tanto verme en Bogotá que sacó su lado más amable. Estuvimos hablando un ratito en la recepción de su hotel, mientras un gran número de aficionados de la "vinotinto" se acercaban a pedirle autógrafos o a hacerse una foto con él. La pena fue que no tenía ninguna entrada para ir al fútbol, así que el sábado vi el partito desde casa mientras escuchaba lo que pasaba en el Bernabeu.

Para mañana, cosa rara en este último mes y medio tengo dos posibles planes. Uno ya confirmado, la cena de presentación del Premio de Periodismo Planeta y otro, por confirmar pero bastante más atractivo para mi (aunque, en este caso, cualquiera de los dos me gusta): el partido Colombia - Argentina. Sea lo que sea lo que haga, ya lo contaré...

A las mujeres emigrantes

Ayer, leyendo el Diario de Mallorca encontré un reportaje muy bueno e interesante. Para los que estamos en zonas "emisoras" de inmigrantes, puede ser muy útil y más, cuando la mayoría de la gente te pregunta si puedes ayudarle a conseguir la visa para ir a España.

La verdad es que duele ver como la gente es capaz de dejarlo todo por "el sueño europeo" y que, en muchísimos casos, ese sueño es una auténtica pesadilla.

Por casa de mi abuela han pasado muchas mujeres suramericanas, principalmente bolivianas y, lo que sacas al hablar con ellas es una nostalgia y tristeza por todo lo que dejaron en su país. Cierto es que en estas latitudes la vida es difícil y los trabajos están mal pagados. Ahora bien, la mayoría de las mujeres que se hipotecan para emprender el viaje y dejan aquí a unos hijos al cuidado de otros familiares, al menos tenían eso, una casa y una familia. Pero, al llegar a Europa se encuentran solas, viviendo en pisos compartidos o como internas en casas extrañas en las que se les exige hacer las cosas "como toca".

Vivir fuera de tu país es complicado y cuesta adaptarse. En mi caso, tengo la suerte de hacerlo con un sueldo bueno y en un país de renta inferior a la española, por lo que el nivel de vida que puedo llevar aquí es algo más alto que el de Palma (aunque en Palma no tenía que pagar alquiler). Pero piensas en lo que tiene que ser irte fuera, sin trabajo o con trabajos muy mal pagados y eso, casi de esclavos y tiene que ser durísimo.

Hoy, este post va por todas esas personas que deciden dejarlo todo y aventurarse para conseguir una vida mejor. Va por las inmigrantes de estas regiones que, en su día, acogieron a los españoles y que nos siguen acogiendo con cariño.

Esclavas del siglo XXI

MAR FERRAGUT. PALMA. El escritor uruguayo Eduardo Galeano hablaba en ´El libro de los abrazos´ de una raza particular de seres humanos: los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados... Los inmigrantes que viven en nuestro país de forma irregular forman parte de esta estirpe de los ´nadies´, aquellos que, como escribe Galeano, no son tratados como seres humanos sino como recursos humanos, con los que muchas veces los patrones hacen lo que quieren, ignorando sus derechos como trabajadores, y como personas, con una total impunidad. El ámbito del servicio doméstico está lleno de casos así, historias que hacen pensar inevitablemente en una nueva forma de esclavitud.Esa es la sensación que tiene Elizabeth R. Esta mujer llegó de Venezuela hace siete meses con su hijo de 13 años y desde entonces intentando salir adelante con trabajos esporádicos como empleada de hogar: "La esclavitud sigue siendo la misma que en los tiempos de la conquista de América", dice, "y lo peor es que no te puedes quejar". A los pocos meses de llegar se llevó una gran decepción por el trato que recibió, tanto laboral como personal, y sólo pensaba en volver a su tierra. "Creía que la gente era mejor acá", dice. Ahora ya ha asumido que no puede permitirse comprar el billete de vuelta y está intentando mentalizarse de su nueva vida aquí. El cambio es considerable, ya que Elizabeth, licenciada en contabilidad y finanzas y ex trabajadora de una marca de cosméticos, ha pasado de tener una casa y moverse en coche con chófer, a trabajar de rodillas limpiando en una obra: "Tengo que asimilarlo: empiezo de cero, ahora aquí no tengo nada", explica.Ha pasado por todo tipo de experiencias laborales, con poca o ninguna suerte. Durante una semana, ocho horas al día, trabajó limpiando el suelo de un edificio en obras con distintas sustancias químicas y sin guantes. Hoy, dos meses después, las cicatrices de sus rodillas siguen ahí y aún no le han pagado, algo que ya, resignada, no espera que suceda. La cuestión va más allá de la humildad o las falsas pretensiones: "Yo no pido que me echen flores, ni que toquen el violín mientras trabajo", ironiza, "sólo exijo que me respeten y que me paguen", añade. Para ella "el trabajo duro no es problema", siempre que "se me trate con respeto, como a un ser humano".Jannet es de Bolivia y llegó a la isla un poco antes que su amiga Elizabeth. Es enfermera, pero desde su llegada sólo ha trabajado en distintas casas limpiando o cuidando ancianos. Ahora ha conseguido un trabajo atendiendo un locutorio y está contenta con su recién estrenada estabilidad, pero explica que también lo ha pasado muy mal. "Se aprovechan de que no tienes papeles", apunta, "y hacen lo que quieren". Ella también está "esperando" desde verano a que le paguen el trabajo de dos semanas. "Es un dinero con el que yo ya contaba y ya no espero", se lamenta.El trato personal que reciben en muchas ocasiones estas mujeres son otra muestra de que el racismo y el clasismo existe en una parte de la sociedad española. Elizabeth lo ha notado varias veces, en el trabajo y en su vida cotidiana. Cuenta que en una ocasión entró con un amigo español en un restaurante y pudo oír claramente a una mujer que decía "mira, otra india que ha venido a quitarle el marido a una española". Ante comentarios así, es difícil aguantarse las lágrimas y la rabia. "Nos tratan de indios y de ignorantes", dice Jannet. Susana Pereira, que lleva dos años residiendo en España de forma irregular, cuenta que ese desdén muchas veces se nota ya en las entrevistas de trabajo donde "te tratan como un forajido". Susana explica que en esos encuentros "te hacen todo tipo de preguntas personales" y que "en ocasiones sólo les falta ladrarte". Esta mujer brasileño-uruguaya ha escuchado comentarios de todos los colores, como generalizaciones del tipo "porque ustedes vienen así y son unos irresponsables" o reproches como "esto es una empresa seria, ¿qué se cree?", cuando en ningún momento ha dejado de cumplir con su labor. Otra acusación que planea siempre sobre estos trabajadores es la de ladrones. "Siempre que falta algo en la casa, hemos sido nosotros", explica Jannet. Cuenta el caso de su amiga Marga, que trabajaba limpiando en una casa y que sus empleadores, llegado el momento de pagarle, le acusaron de haber robado el sobre que contenía precisamente el dinero de su sueldo. "Al final, le acusaron de ladrona, no le pagaron y la despidieron", dice Jannet. Susana y Elizabeth han vivido situaciones similares. A ésta última la responsabilizaron incluso de que desaparecieran cosas de la nevera. Una práctica habitual en este tipo de negocio, es el de ir aumentando progresivamente el trabajo pactado, mientras el salario se mantiene exactamente igual, como le sucedió a Elizabeth, que fue contratada hace unos meses para limpiar una casa en el campo y al final tuvo que hacerse cargo además de las tareas de una granja, como limpiar a los perros o recoger los huevos del corral.Algunos empresarios deciden sacar, a costa del desconocimiento, y en muchos casos la desesperación, de los recién llegados para obtener ´beneficios extras´ mediante actividades que, si bien no llegan a ser ilegales, rozan la estafa. Es el caso, por ejemplo de esas empresas de servicio doméstico que exigen el pago de precios abusivos, de hasta 500 euros según informan desde la Federación de Asociaciones de Inmigrantes, sólo por facilitar información de ofertas laborales, algunas incluso copiadas directamente del diario, sin asegurar en ningún caso un puesto de trabajo ni el cumplimiento de las condiciones pactadas.A través de esta agencia, Jannet acordó un trabajo por ocho euros la hora, trabajando ocho horas diarias. A las dos semanas, cuando finalizó el contrato, le pagaron sólo cinco euros la hora. ¿Protestar? Jannet prefirió callarse y aceptar, "por si acaso al final no me pagaban". Susana cuenta que ella sufrió otro tipo de engaño cuando llamó a un anuncio de un periódico, en teoría para trabajar, y la tuvieron esperando más de 50 minutos al teléfono. Luego descubrió que los números que empiezan por 807, son de pago y tembló ante la factura que se avecinaba, y además, para nada.La frialdad de algunos empleadores, que se aprovechan de los más vulnerables, pone los pelos de punta, como el caso que cuenta Susana, de una mujer que buscaba a a una chica de entre 17 y 23 años para limpiar. El sueldo que ofrecían era ridículo: 2,25 euros la hora. Elizabeth ha asumido que tiene que quedarse aquí, aunque no quiera por las malas experiencias vividas. Lleva más de seis meses buscando un trabajo que le permita mantenerse y la última propuesta de la agencia le da risa: "500 euros al mes por cuidar a una señora mayor, interna y con cuatro horas libres a la semana". En realidad Elizabeth ríe por no llorar: "sólo quiero trabajo y respeto".

jueves, 15 de noviembre de 2007

Aznar...



Hoy estoy agotada. Ha sido un día surrealista total. Realmente empezó el martes cuando, al salir de los masajes, la señora de allí (que es un poco mi mamá en Colombia), me lio y me hizo ir a ver a su estilista. La verdad es que el hombre tiene una peluquería muy bonita y que, con su palabrería me engatusó para que me hiciera un medio cambio de imagen. Vamos, que me puso un producto en el pelo para "colombianizarme" mis rizos y que me hizo salir de allí con la melena lisa y sin podérmela lavar esta mañana.




Así que yo, me he puesto un modelito estilo "rojo-nuevas generaciones" y me he ido a trabajar pensando en lo que me esperaría a mediodía. Pero, antes de ir a ver a Aznar, ha habido otra parada en un sitio nuevo: el hospital. He acompañado como "mamá Lluc" a Lucía para que le vieran una quemadura feísima en la pierna que se hizo en Cartagena. Por cierto, los demás becarios, ¿ya habéis usado el seguro Icex? Es que hoy nos preguntábamos si ya hay historias raras referentes a este aspecto...


Bueno, pues a lo que iba y al tema más importante del día. Hoy hemos conocido al ex presidente Aznar (presidente para el que le presentaba). La charla de presentación de su libro ha sido un auténtico coñazo, sólo mitigada por las miradas de alucine que nos echábamos Lucía y yo. Al terminar, firmaba sus libros mientras se servía un aperitivo. Las dos, que hemos fallado a toooodos nuestros ideales comprando su gran obra, hemos decidido que queríamos su firma (yo todavía no sé muy bien para qué) y nos hemos puesto a la cola. A partir de aquí ha empezado mi transformación.




Con este pelo tan Ana Botella que llevaba hoy he pensado que colaría que yo era una gran seguidora suya, así que, al llegar nuestro turno, me he hecho dueña de la situación y le he pedido unas fotos. Además, hemos hablado sobre lo que hacíamos nosotras aquí y algo más. Encima, como mi cámara era la única por allí, otro becario me ha pedido que le hiciera una foto a él y, al terminar la firma de libros (y yo con 2 gintonic y 2 daikiris encima) ya le he pedido una foto de grupo, que haga algo para que los becarios icex tengamos contrato y que si quería, le mandaba unas copias de las fotos con su público realmente objetivo...

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Cita con Aznar


Ante todo, no me he vuelto loca, ni he cambiado de ideas políticas. Ni siquiera he empezado a apreciar a Don José María. Pero, mi plan para hoy es ir a la presentación del libro Cartas a un joven español que nuestro ex presidente ha escrito para adoctrinar un poco a nuestra generación.

Desde que sé que a las 12:00 horas tengo que estar bien vestida en el Centro Metropolitano para escuchar las enseñanzas del que Chávez considera un facha (yo no, por favor, sólo faltaría que dijera algo y el Rey, en persona, me hiciera callar o retirar este post), mi estómago está revuelto y tengo unos nervios tremendos. Creo que es el hecho de pensar cómo seré capaz de aguantar una charla de este hombre cuando no puedo verle ni 5 minutos por la tele. Pero, aún así, intentaré mantener el tipo. Ya os contaré si he sido capaz…

Por cierto, veo que no me puedo ir de España ni unos meses. Como la cosa siga así, al volver me encontraré con una república. Un rey que se convierte en el centro de todos los chistes internacionales y una infanta que se separa… A ver qué otras cosas pueden pasar entre los borbones.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Mi (no) viaje a Quito

Hoy empieza mi época de viajes. Después de más de un mes en Bogotá, ya iba siendo hora de coger un avión y acercarme a un país vecino. En este caso, el elegido es Ecuador. Allí me espera Eva Paíno, la compañera de grupo del “padre de mis hijos” (hay Javi, que lejos pilla Estocolmo. Con lo bien que estaríamos si te hubiera tocado Lima…), con quien voy a disfrutar de tres días enteros (e intensos) en Quito.
Por lo que me ha informado, vamos a hacer unas cuantas excursiones y, entre las cosas que haremos será poner un pié en el hemisferio norte y otro en el sur…
Ahora estoy en el aeropuerto internacional de Bogotá, El Dorado. Para llegar hasta aquí, como no, ha sido otra odisea. El vuelo sale a las 20:40 y yo he tenido que salir de casa a las 16:45 horas. Hoy ha vuelto a llover en esta ciudad gris y no me podía exponer a que el trancón (atasco) me hiciera llegar tarde al aeropuerto. Además, aquí tienes que estar 3 horas antes de la salida de tu vuelo, así que no tenía mucho tiempo de margen.
Lo de las 3 horas de antelación, una vez que pisas la sala de facturación, entiendes por qué es así. Para llegar al mostrador y perder de vista mi maleta (que espero no llenen de droga en la bodega del avión), he tenido que pasar por tres señoritas diferentes. Una me ha pedido el nombre, la otra la maleta (para colocarla en una línea frente al mostrador) y, la tercera, me ha hecho pagar los impuestos de salida del país. Esta última, por cierto, cuando ha visto mi sello de entrada en Colombia me ha dado las falsas esperanzas de que, probablemente, no tendría que pagar y me ha hecho ir a otro sitio para preguntarlo. Este pasaporte azul de servicios en el que el Rey y el Ministro de Asuntos Exteriores solicitan que se me pongan las mayores facilidades donde vaya, es una putada en estos casos. La señorita, muy borde, por cierto, me ha comunicado que un pasaporte de servicios no sirve para eximir impuestos. Así que he tenido que pagar unos 40 euros para salir.
Tras este éxito, otra señorita me ha recogido la maleta y me ha dado mi tarjeta de embarque que es, más o menos, como los billetes de avión de los años 50.







Bueno, ahora que han pasado unas horas, que he visto Paco y Veva por TVE Internacional y que he hecho y congelado lasagnas. Ahora es el momento de continuar con este relato. Pues bien, hasta antes de la foto, yo estaba en el aeropuerto escribiendo lo que iba a ser mi fin de semana maravilloso. Me llevaba el ordenador porque el lunes tengo que presentar un trabajo de la UOC, pero con todos los planes montados suponía que, al final, lo pasearía inútilmente. Bueno, pues cuando estaba emocionada pensando en lo que haríamos Eva y yo por su ciudad, ha llegado una de esas azafatas tan amables y ha preguntado si había algún pasajero que fuera a Quito. Yo, feliz pensando que ya embarcábamos he levantado la mano. La verdad es que me ha sorprendido un poco que vinieran a buscarme tan pronto, pero como aquí para todo necesitan horas, he supuesto que me llevarían a otra sala con esas más de 2 horas de anticipación.
Grave error el mío al pensar que este fin de semana iba a desconectar de esta ciudad que me está volviendo loca y que me hace cocinar a la 1 de la madrugada de un viernes. Error, digo, porque esa “querida” azafata lo que venía a comunicarme era que se había cancelado mi vuelo porque un avión de Iberia (sí, Iberia, y yo preocupada con las Aerolíneas Galápagos) había tenido un accidente y había dejado el aeropuerto de Quito inutilizado hasta mañana. En ese momento me he cagado un poco en estas repúblicas bananeras cuyos aeropuertos sólo tienen una pista y sus presidentes no autorizan su ampliación. Además, tras esta gran noticia, vuelta a la odisea de llegar a los mostradores de facturación pasando por el control de pasaportes (donde, después de recoger mis cosas, han tenido que cancelar mi salida del país) y llegada a las simpatiquísimas azafatas de Aerogal.
A mí, de por sí, me cansa esta super amabilidad colombiana y este amor por las españolas que hasta el policía que ha sellado mi pasaporte me ha preguntado si podía ayudarle a conseguir un visado. Pero, lo de hoy ya ha sido el colmo. En situaciones como la cancelación de un vuelo, los colombianos podrían quejarse y las azafatas poner un poco de mala cara y no esa carita de niñas buenas diciendo “bueno, mañana le llamamos y le decimos cuándo puede volar”. Parecía que era yo la única pasajera cabreada. Y lo estaba muuuucho. Además, nadie me ha dicho si podría salir mañana o si la situación continuaría. Vamos, ha sido fantástico.
Pues nada, lo que iba a ser un puente en Ecuador se ha convertido en otro en Bogotá sola. Lucía y Pablo se han ido a Cartagena y no estoy para ver a mucha gente que me diga que esto es normal. Así que aprovecharé para hacer ese trabajo, aprender a cocinar platos nuevos y a descansar encerrada en la ciudad de los horrores!!
Por cierto, me han llamado de la compañía aérea para decirme que el vuelo de mañana también se había cancelado y que me llamarían para decirme si podía viajar el domingo. Como es de suponer, no me iré el domingo a Quito para volver el lunes. Menos mal que, al menos, me devuelven el dinero del billete o me dan un billete abierto con validez de un año…

jueves, 8 de noviembre de 2007

Millonarios - America de México

Ayer Bogotá se tiñó del azul de Millonarios para recibir en el Campín al América de México en las semifinales de la Copa Sudamericana. Y, cómo no, allí me fui yo. Al principio teníamos que ir un grupo grande de españoles pero, al final, terminé yo sola con 5 colombianos y me lo pasé genial.


El campo es grande (creo que caben 40.000 personas) y ayer estaba lleno. Eso sí, aunque el césped es una alfombra perfecta, el resto del estadio parece el Lluís Sitjar. Los asientos (el cemento, vamos) no están numerados y por esa razón llegamos 2 horas y media antes de que empezara el partido para coger un buen sitio. Además, la cubierta del estadio es mínima (muy hábiles en una ciudad donde CADA día llueve) y, como era de esperar, antes del partido ya estábamos empapados. Menos mal que el agua cesó y durante los 90 minutos de juego pudimos disfrutarlos sin tener que abrir los paraguas.



En cuanto al ambiente, me di cuenta del punto al que ha llegado la globalización. Los cánticos que entonaban en el campo eran los mismos que se oyen en todos los campos de España, en parte gracias a los argentinos que vinieron a Mallorca en la primera época de Cúper. La única diferencia era en las palabras típicas de aquí. Nuestro "portero puta de cabaret", aquí es el arquero. Nuestras celebraciones, son festejos y el árbitro es el "chulo".

En el fútbol, como en el resto de sitios de esta ciudad, no se ve gente mayor, por lo que casi todo el mundo que va al fútbol va a liarla un poco. En un momento determinado, yo pensé que las gradas iban a ceder de los saltos que pegábamos. Todo el mundo saltando y cantando impresiona muchísimo y también da un poquito de miedo para los que no estamos acostumbrados a ver el fútbol "con ambiente". Por eso, y sobre todo por cuestiones de seguridad, también está prohibida la entrada a niños menores de 7 años.

En cuanto al tema de la seguridad en el estadio me recordó a cuando vino el Chelsea a Mallorca para la semifinal de Recopa, pero multiplicado por 10. Aquí hay muchos tipos de policía y ayer estaban todas presentes en el Campín. Desde los rángers a caballos con su sombrero de ala, los policías militares con el escudo protegiendo a los jugadores en los saques de esquina (aquí vuela de todo), a los robocop vigilando la zona de ultras. Vamos, que no te da miedo sólo el ambiente ni la gente, lo que impresiona es ver a todos esos funcionarios que velan por tu seguridad y que, en cualquier momento, van a perder la cabeza.

Otra de las cosas que me llamó la atención es que, en los aledaños del estadio, había gente vendiendo de todo. Desde los típicos minutos a celulares a tintura para el pelo azul por 1000 pesos, cigarrillos, chocolates, ponchos de plástico, etc. Y es que, viendo todo esto, entiendo perfectamente a aquel hombre que, fuera del consulado colombiano de Madrid, se había instalado una fotocopiadora y una impresora de fotos digital para que sus compatriotas (y una servidora) no tuvieran que andar buscando una copistería.
Pues nada, que ayer me lo pasé muy bien en el fútbol aunque el resultado no fuera favorable para los nuestros, que perdieron 2-3. Por cierto, Julián, he encontrado a nuestro primer fichaje como Agentes FIFA, se llama Jonatan Estrada y es medio izquierdo. Si puedes ver el golazo que marcó ayer, vale la pena.