lunes, 14 de julio de 2008

Bodas y despedidas



Un comentario de Gabriela en mi muro del Facebook me ha hecho volver a la realidad y ver que, realmente, dejar Bogotá ha sido una cosa buena para mi salud mental. Cierto es que ahora estoy mucho más feliz. Mi madre dice que “vuelvo a ser yo”. Desde que he llegado a Palma no paro, aunque en muchos momentos sea un no parar mental. Pero, principalmente, desde que he vuelto, sonrío constantemente y noto que la gente me ve feliz.

Uno de esos momentos de gran felicidad se produjo el pasado 28 de junio cuando María, mi mejor amiga, mi amiga de toda la vida, se casó. Sigue pareciéndome muy fuerte saber que ella y Alejandro ya son marido y mujer para toda la vida. Todavía me acuerdo de esos mails que nos mandó ella desde Monterrey (México) contándonos que se había enamorado de un colombiano guapísimo y como yo fui a comprobar que era cierto durante la navidad de 2004. Esos 18 días en México me hicieron ver que Alejo cambiaría a María para siempre, y así ha sido.

Como en toda boda, primero tuvimos su despedida de soltera correspondiente. Fue una despedida bastante relajada, en un hotel cerca de Palma con spa y sobre el mar. Eso sí, la pobre María, como buena novia, se dejó vestir con todo lo que le pusimos y eso que algún modelito era para no volvernos a hablar nunca jamás. Pero bueno, al final reímos todas, que era a lo que íbamos.



En cuanto a la boda, fue perfecta. Por supuesto, María estaba increíblemente guapa. Yo ya me emocioné cuando fui a ver una de sus pruebas del vestido. Pero verla llegar a Montesión arreglada y siendo la novia más guapa de la temporada (Tita, tú serás la novia más guapa de agosto) fue especial. Es la primera amiga que se casa y, encima, no es sólo una amiga. Llevamos juntas desde que nacimos y, supongo que por eso y por lo que se quiere a una amiga/hermana, todo fue más bonito.



La cena, en su casa, en Son Lluch también fue perfecta. El jardín y la zona de la piscina parecían que siempre habían acogido fiestas. Buena comida, buena temperatura, buena compañía, un poco de baile y autobus a Palma a las 4 de la madrugada. Para terminar la noche, un poco de marcha en Titos (he vuelto a prometer que no vuelvo allí) todos elegantes y hasta la novia con su vestido.