Los años no pasan en balde para nadie. Para unos el paso del tiempo es mejor que para otros, aunque las hojas del calendario las vamos arrancando todos. Ayer fui a ver a una de esas personas que me demuestra que me voy haciendo mayor y que ya lleva 10 años acompañándome. Empecé mis vacaciones de Navidad en Madrid, viviendo una de esas noches mágicas a las que nos tiene (mal)acostumbrados Ismael Serrano. Esta vez la he vivido con Pablo en el escenario donde, hace 9 años y con otra gente, descubrí los directos de música, teatro y anécdotas de mi cantautor favorito.
“Tallando en cubitos de hielo futuro y promesas”
Recuerdo un día de hace ya muchos años, subiendo hacia Deyà en el coche de Javi Perelló, cuando conocí a Caperucita. No la caperucita roja del cuento, sino la caperucita que tan solo tiene 16 primaveras sin flores y ya ha sido denigrada por su padre, luego vendrá su marido y por la sociedad. Tras ese primer contacto con “Atrapados en Azul”, el primer CD de Ismael, llegaron las demás canciones y yo aterricé en Madrid, en el Estu, en el CEU. Conocí a Paloma, a Fu, a la Soci, a Gemma, Sofi, Sandra, Carmen, Pati, Podo, Pili, a Javi, el parque Almansa, Campus, el Iron y las fiestas del Chami… Conocí la vida fuera de casa y aprendí a valorar nuevas músicas con un significado más allá de la melodía, música en la que la palabra tiene más importancia que el tono, y me enamoré.
“Agarrate de mi mano, que tengo miedo del futuro, Y detrás de cada huida estabas tú”
El concierto fue diferente a los demás. Reconocí a un Ismael más vivo, más alegre y encantado de estar en casa. Pero, principalmente, descubrí a la pareja perfecta para vivir un concierto suyo. Ayer, Ismael dedicó una canción a aquellas personas que estaban allí medio obligadas por el novio, o a la novia. Graso error ir sólo por acompañar. A un concierto de Ismael se tiene que ir gustándote, sabiéndote las canciones y preparado para sus historias. Por eso, con Pablo (y sé que a él le pasó lo mismo) viví tres horas de magia compartida que serán muy difíciles de igualar. Fue uno de esos conciertos que se te quedan grabados, con las canciones de siempre (y alguna ausente), con el público entregado y él, más todavía.
“Y ahora que te veo veo que aún arde la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde para nacer de nuevo, para amarte”