Aunque la feria y la visita a casa de Josune no me dejaron mucho tiempo para pasear por la ciudad, pude ver algunas cosas interesantes.
El miércoles por la noche, con María Olga fuimos al Pueblito Paisa, una reconstrucción de pueblo típico antioqueño situado sobre una montañita. El pueblecito es gracioso, aunque algo pequeño y con un teatro en frente muy feo.
Podrían haberlo hecho más bonito y turístico, pero al menos te haces una idea de lo que era el pueblo hace unas décadas. Tiene su iglesia, la casa del cura, la fonda, unas tiendecitas, la fuente típica en las plazas y hasta una emisora de radio. Además de lo que es el pueblo en sí, hay unos puestos de comida típicos a los que no me atreví a acercarme porque ya había comido cosas típicas y aquí todo es muy grasiento y pesado. Así que, si comes frijoles, calentado, bandeja paisa o alguno de los platos típicos, luego cuesta cenar otra vez lo mismo.
Además de todo esto, al estar sobre una pequeña colina, la vista desde allí es muy bonita y te sientes un poco como en una isla sobre la gran ciudad.
El jueves, antes de ir a la feria para despedirme de los empresarios, me pasé por el museo de Antioquia y la plaza Botero, donde están expuestas muchas esculturas del artista local. El museo no está mal, aunque la sala de arte precolombino estaba cerrada. Además, lo visité con un chico italiano que encontré a la entrada y fue más entretenido. El museo tiene todo un piso de donaciones de Botero. Más de la mitad es de obras suyas y la otra parte, son obras de su colección particular entre las que se encuentra un Miquel Barceló.
De allí fui paseando un ratito por el Paseo Carabobo. Esta zona peatonal llena de tiendas te pone un poco "cara de bobo" porque todo -o eso creo- son imitaciones. Bueno, llegó un momento en que, de tanto ver zapatos falsos, ya no supe ver si las Nike que quería eran verdaderas o no. Así que por allí no compré nada. Pero, aconsejada por María Olga y Josune, quise ir a comprar unos libros sobre Pablo Escobar y una dependienta me mandó al Paseo de la Bastilla. Yo iba allí como si fuera a una librería normal, o a una calle de libreros. Pero, mi mayor sorpresa fue que cuando pedí los libros y al traermelos me confesaron que eran piratas. Sí, copias de libros bastante bien hechas, con las mismas portadas y hasta con las fotos interiores. Eso sí, por el precio de uno normal me llevé 3. Yo, que estoy aquí para promover el producto español voy y compro unos libros de Planeta falsos. Pero bueno, aquí las autoridades permiten estos negocios porque saben que es mejor esto que tener a todos estos "empresarios" metidos en otros asuntos bastante más peligrosos para la ciudad y a mí, aunque me paguen bien, no me va mal ahorrarme unos pesos en mis compras.