miércoles, 20 de agosto de 2008

Contra la discriminación positiva

Ahora que tengo mi propio medio de comunicación internacional me voy a mojar hasta el fondo con un tema que lleva años indignándome: la discriminación positiva.

Antes de nada, quiero reconocer que soy una fiel defensora de la igualdad entre hombres y mujeres. Desde siempre he ido a colegios mixtos, he jugado con playmobil, con muñecas, a fútbol y he hecho gimnasia rítmica. Vamos, que tanto me daban las cosas de niños como de niñas. Es más, excepto en casa de mi abuela Luisa el día de Navidad, en el que las niñas ayudamos a quitar la mesa y fregar platos mientras los niños están sentados con los hombres (hecho por el que cada año protestamos), no he vivido en mis carnes la típica diferenciación entre sexos.

Como no he notado diferencias en la educación ni en las cosas que podía hacer o no hacer por el hecho de ser niña, no entiendo por qué ahora tengo que aguantar la “discriminación positiva” hacia mi género. Esos supuestos beneficios que tenemos las mujeres suponen una discriminación negativa hacia los hombres que no lleva a una igualdad de derechos, sino a una nueva diferenciación muy negativa.
Puedo entender que desde la Administración Pública se intente favorecer a las mujeres con hijos, a las separadas que deben reincorporarse al mundo laboral, o a aquellas que tienen alguna discapacidad. Pero no puedo admitir que por ser mujer tenga mayores beneficios sociales, fiscales y laborales que un chico con el que he crecido y me he educado. En igualdad de condiciones (joven menor de 30 años, emprendedor, con estudios o sin ellos, sin hijos, sin hipoteca…) por qué las mujeres tenemos más subvenciones, más ayudas y más facilidades para crear un negocio, por ejemplo.

Bueno, por no hablar de la normativa de las listas paritarias en política o de los altos cargos. En cualquier aspecto de la vida debería prevalecer la capacidad de uno por encima de su condición de hombre o mujer.

Hay que entender que el Mundo está sufriendo la mayor revolución social de su historia (mayor que la industrial) y que empezó hace poco más de medio siglo con la incorporación de la mujer en todos los ámbitos laborales. Además, las Universidades son coto casi privado de las féminas y en unos 20 años más, habrá muchas más mujeres que hombres ocupando puestos directivos en todas las grandes empresas. Pero, ahora, y más en España, la cantidad de mujeres que pueden asumir el mando por experiencia y capacitación, todavía no es el mismo que el de los hombres y no se debería obligar a que ocuparan unos puestos para los que hay hombres más preparados. Igual que, espero, dentro de esos 15 ó 20 años, no se obligue a tener que “colocar” a hombres para alcanzar la paridad. Porque, no lo olvidemos, ese es el gran miedo del género masculino ahora mismo…

Otro tema que me cabrea (y perdonad la expresión) por la discriminación que conlleva es el de ser socio o socia del Mallorca, del Málaga y del Valladolid. Estos tres son los únicos equipos de los 20 que componen la primera división de la Liga de fútbol Española que entre sus carnés de socio incorporan la opción de “mujer”. Normalmente, todos los clubes tienen unos descuentos especiales para jubilados, niños y jóvenes. Pero estos tres discriminan por sexo.

Sé que no es normal quejarse por algo que me cuesta menos económicamente, y más en época de crisis. Pero es algo que considero que incita a otras discriminaciones y, como he dicho antes, yo quiero la igualdad entre hombres o mujeres. O, ¿qué pasa, que cuando cumplo 25 años paso a entender entre 75 y 170 euros menos de fútbol que mis amigos con los que he ido siempre al campo? Si, como es mi caso, voy al fútbol por afición, no por acompañar a un hombre, ¿por qué tengo que pagar menos? Yo ocupo un asiento, grito, insulto, canto los goles, coreo los nombres de los jugadores, me alegro y me enfado igual (o más) que los hombres. Pero pago menos.

Como son principalmente los hombres los que no entienden esta postura mía y me dicen que “para qué te quejas si pagas menos”, me gustaría preguntarles a los que van a ver películas de amor, de estas moñas de mujeres, o a un concierto de Alejandro Sanz por decisión propia qué les parecería si pagaran menos en el cine sólo por ser hombres y considerarse que a esos espectáculos van simplemente para acompañar a sus parejas.

1 comentario:

María y Alejo dijo...

Yo entiendo la discriminación positiva como una respuesta temporal a los más de 20 años de sociedad patriarcal y en consecuencia machista, que hemos sufrido las mujeres. La única forma de equiparar los sexos hoy es hacer de la discriminación positiva una herramienta que abarque todos los campos de la sociedad civil: laboral, educativa, fiscal... Sino, como vamos a conseguir una paridad sin esperar otros 20 años. A errores garrafales respuestas drásticas. No tiene que existir siempre, pero hoy en día es el empujón que necesitamos. Pero esa solo es mi opinión.