

Los mundos de Lluc incluye mi propio mundo, mis vivencias, mis pensamientos y todos aquellos "mundos" que voy descubriendo y me parece interesante dar a conocer.
En cuanto al Atlántico, el agua está bastante más caliente de lo que esperaba, pero por comparación es como la de principios de junio u octubre en el Mediterráneo. Es divertido, porque hay olitas que rompen en la orilla. Pero también es peligroso por la resaca y esas mismas olas que te tiran y bebes bastante agua (al menos a mí, que soy bastante patosa, me pasó).
Por la noche, la cena en Lapa y unas caipifrutas en un puestecito bajo los arcos para aguantar la marcha brasileña. El local elegido ha sido el Sacrilegio, y hemos bailado (yo no mucho) toda la noche con música en directo muy buena.
De allí, hemos ido al Sambódromo, que no es más que una calle con gradas por donde desfilan durante 2 días las 14 escuelas (7 cada día) más importantes de samba de la ciudad. Para hacer un poco el payaso, todos los del grupo nos hemos puesto unos disfraces de años anteriores que hay en la tienda y, al menos yo, no puedo entender como se puede bailar con estos trajes durante horas y horas. Pero bueno, en España en Semana Santa se ven cosas más duras aunque con finalidades diferentes...
Pues sí, me dio tiempo de hacerlo todo y, encima, tuve que esperar porque el vuelo de Manaos a Río de Janeiro (con parada en Brasilia) tuvo una hora de retraso y salimos a las 3 de la madrugada. Por cierto, Manaos, que está en medio del Amazonas, tiene un nivel de humedad descomunal, incluso de noche.
En una ciudad donde el color habitual es el gris, la cercanía de la Navidad le ha dado otro tono gracias a las luces parpadeantes que se encienden en las fachadas de los edificios y los árboles de navidad sumamente engalanados que se aprecian a través de los ventanales. Las tiendas hacen su agosto particular con los productos navideños. Hay manteles, vajillas, bandejas, luces de todo tipo, ciervos de mimbre y bombillas que se encienden y mueven, y todas las bolas y muñequitos imaginables. Pero, incluso habiendo visto el "negocio" de la decoración en esta ciudad (para mí sólo comparable a lo que vi en México hace tres años), no puedes imaginar cómo está el parque sin verlo...
Los árboles se han convertido en arbolitos gigantes en los que se han colgado estrellas y bolas brillantes de gran tamaño. También hay coronas navideñas iluminadas colgando de farolas y ramas y, en el centro del parque, un gran belén con todas sus figuritas. La verdad es que no me he pasado por el parque de día y sé que tengo que hacerlo. Pero, por las noches, es el centro neurálgico del barrio y el lugar de peregrinación de la mayoría de bogotanos. Además, para inaugurar la iluminación (y por lo que me han dicho, para congregar a más gente), cada noche hay una lluvia de fuegos artificiales que dan más color a la zona.
Hoy tengo que reconocer que me gusta este abuso de los adornos y las luces, aunque no me emocione la Navidad. Y es que, cualquier ciudad del mundo muestra su mejor cara en estas fechas.