viernes, 21 de diciembre de 2007
Feliz Navidad a la mejor clase del Mundo (y que ahora está por todo el mundo)
jueves, 20 de diciembre de 2007
El tiempo pasa más despacio
El otro día acompañé a Lucía a arreglar unos papeles para poder sacar de la aduana una cámara de fotos que se ha comprado en Estados Unidos. Para llegar al sitio, estuvimos más de 2 horas en un taxi, con un taxista corto corto que no sabía dónde íbamos (y eso que situar una calle aquí es facilísimo porque están numeradas). Después de eso, 20 minutos esperando para el papelito en cuestión (lo más efectivo y competente que he visto en casi 3 meses), 45 minutos de cola en un banco para pagar unas tasas y un rato más en el taxi para ir a la zona franca. Todo continuó hasta las 6 de la tarde, hora a la que llegamos a casa muertas de agotamiento después de haber salido de la oficina a las 11:15...
Lo que está claro es que aquí se valora el tiempo de otra forma y se pierden muchísimas horas al cabo del año. Así no hay país que evolucione...
martes, 18 de diciembre de 2007
Río. Día 5 - Sao Paulo
¿Qué problema transmitiré yo a los aviones que no pueden salirme bien del todo mis viajes?
El lunes, con una pena tremenda me despedí de Pati y me fui hacia el aeropuerto de Río. Allí, después de hacer una hora y 20 minutos de cola para facturar, me entero de que mi vuelo sale con retraso y, por lo tanto, llego a Sao Paulo más tarde de lo previsto. Pero bueno, no pasa nada porque no tengo la conexión con el vuelo a Bogotá hasta las 7:30 de la tarde. Así que salgo de la sala de llegadas y está Fernando (el taxista de Eva) con un cartelito y mi nombre. Después de más de una hora en el taxi y unas conversaciones surrealistas en portuñol, llegamos a la oficina de Eva. Comida rápida y vuelta al aeropuerto.
Aquí empieza mi odisea. Cuando llego al control de vacunas (sí, me miran el pasaporte de vacunas por la fiebre amarilla) me dicen que mi vuelo no existe y que el único que hay a Bogotá es a las 15:30, así que no tengo forma de volver a casa... Pregunto, imploro, que me manden a cualquier otro sitio del que pueda coger un enlace y estar al día siguiente en el trabajo. Pero no hay forma de convencer a la de Varig (la compañía brasileña). Así que me dice que la compañía me pone un taxi hasta el hotel y me pagan una noche allí. Pero, como está Eva y la charleta de una hora me ha parecido totalmente insuficiente, la llamo y cambio el hotel por un colchón en su casa. La verdad es que, dentro de lo malo, estar unas horas más con Eva, cenar en un restaurante italiano de Vila Magdalena, hablar más y más y recordar los seis meses que pasamos juntas en el CECO ha compensado la putada de perder un día entre aeropuertos, taxis y aviones.
Como en la oficina de Sao Paulo empiezan a trabajar a las 8 de la mañana, pedí a Varig que me pasaran a recoger a las 7 de la mañana. Llego al aeropuerto pasadas las 8 y, al menos, me dejan entrar en la sala VIP, donde estoy horas y horas, tomo café, me quedo dormida en una butaca, leo, bebo una coca-cola, sigo leyendo, vuelvo a beber algo más y así durante más de 5 horas. Al final, después de otros problemas en aeropuertos, el avión sale y sobrevuelo Brasil, aterrizamos en Manaos y volvemos a salir para, por fin, llegar a "mi ciudad". Por cierto, ¡la vista del Amazonas a la llegada a Manaos es increible!
Río. Día 4
Tras la marcha de ayer (y tener partes de mi cuerpo achicharradas), esta mañana ha vuelto a tocar playa. La verdad es que hemos llegado tarde y yo he aguantado una hora sobre la arena. Pero un rato más haciendo de abuelita sentada en el chiringuito y tomándome una coca-cola mientras leía un libro.
Por la tarde, después de cargar en el mercadillo, hemos ido a la Rueda de Samba de la Casa Rosa y allí hemos cenado feijoada (frijoles -judías- con arroz, carne, una cosa verde, una harina rara y naranja) y bailado un rato. Al principio se estaba bien, pero al final había demasiada gente y hacía un calor infernal. Pero, entre que el ambiente era bueno, la música muy animada y volvía a tocar el negrito guapo de ayer, pues ha estado muuuuy bien.
viernes, 14 de diciembre de 2007
Río. Día 3
Hoy ha tocado playa, playa, más playa y samba, samba y más samba. La verdad es que ninguno de los dos planes es mi favorito para pasar un día, pero he disfrutado tanto que creo que tengo que cambiar mis preferencias...
Ayer por la noche fuimos a tomar unas caipirinhas con las primas de María que terminaban su viaje de dos semanas por Brasil y esta mañana nos hemos levantado algo tarde. Hemos ido a desayunar unos buenos jugos de zanahoria (para ponernos más morenas) y directas a la playa. Aquí (como en Cádiz pero más) no paran de pasar vendedores entre los bañistas. Unos venden queso caliente, otros camarones (llevan una barbacoa portátil), helados, bebidas, pareos, bikinis, galletas, crema solar. Vamos, que no hace falta llevar nada a la playa porque lo puedes comprar todo allí.
En cuanto al Atlántico, el agua está bastante más caliente de lo que esperaba, pero por comparación es como la de principios de junio u octubre en el Mediterráneo. Es divertido, porque hay olitas que rompen en la orilla. Pero también es peligroso por la resaca y esas mismas olas que te tiran y bebes bastante agua (al menos a mí, que soy bastante patosa, me pasó).
Por la noche, la cena en Lapa y unas caipifrutas en un puestecito bajo los arcos para aguantar la marcha brasileña. El local elegido ha sido el Sacrilegio, y hemos bailado (yo no mucho) toda la noche con música en directo muy buena.
Río. Día 2
Hoy he podido comprobar que en Río, el clima bueno no está asegurado. Ayer hizo un calor tremendo y hoy ha amanecido lloviznando y con unos nubarrones bastante feos. Pero bueno, mi plan de hacer el tour por la ciudad seguía en pie y a las 8:45 han pasado a recogerme en una furgoneta para ver (o intentar ver) todo lo más interesante de la ciudad.
Hemos pasado una hora recogiendo a gente por toda la ciudad y, hemos empezado nuestro recorrido en el estadio de Maracaná La verdad es que, posiblemente, era una de las paradas que más ilusión me hacía, pero el concierto de The Police de mañana ha impedido que entráramos al estadio de fútbol más grande del Mundo. Pero bueno, al menos he hecho una foto de un cartel de fuera y del monumento a los campeones de los mundiales de 1958 y 1962.
De allí, hemos ido al Sambódromo, que no es más que una calle con gradas por donde desfilan durante 2 días las 14 escuelas (7 cada día) más importantes de samba de la ciudad. Para hacer un poco el payaso, todos los del grupo nos hemos puesto unos disfraces de años anteriores que hay en la tienda y, al menos yo, no puedo entender como se puede bailar con estos trajes durante horas y horas. Pero bueno, en España en Semana Santa se ven cosas más duras aunque con finalidades diferentes...
La siguiente parada del tour ha sido en la Catedral de Río. Cuando digo Catedral, no os imaginéis una iglesia a la europea, sino un templo moderno (de 1976) con forma de pirámide y en el que caben unas 20.000 personas. La verdad es que es muy bonita, sobre todo por dentro y transmite una paz bastante más interesante que las catedrales lúgubres a las que estamos acostumbrados.
Para continuar, y como visita obligada, hemos subido al Cristo del Corcovado y, más tarde, al Pao de Açucar. La mala suerte ha querido que no pudiéramos ver más que nubes desde los dos sitios. Es más, casi ni veíamos el Cristo. Pero bueno, como Río es una ciudad que me ha gustado y a la que pienso volver, ahora tendré una excusa para hacerlo: ver todo lo que me ha faltado por ver...
Rio. Día 1
Río de Janeiro, 6 de diciembre de 2007
Llegar a Río ha sido un poco odisea, pero al final he llegado a la Rua Nascimento Silva número 22, o lo que es lo mismo, a casa de Pati Polite. El apartamento en el que vive con María es muy veraniego y acogedor y está a tan solo 5 cuadras de la playa.
En casa me ha dejado instrucciones precisas de los sitios cercanos a su casa donde puedo comer, comprar y, sobre todo, cómo puedo llegar al mar (bueno, al Atlántico).
Como era de esperar, me he puesto el bañador y me he ido hacia la playa de Ipanema. Dejando claro que no me gusta nada de nada ir a lucir mis michelines por la arena, por primera vez en mi vida me ha dado vergüenza auténtica ir a la playa con un bañador entero. Aquí todo el mundo lleva bikini (y cuanto más pequeño, mejor). Así que he aguantado una horita y me he vuelto a casa para cambiarme y buscar una tienda en la que poderme comprar un bikini. Y lo he encontrado. No es muy bonito, pero ahora la gente ya no me mirará raro por la playa...
Por la tarde, cuando ha llegado Pati a casa ha sido una alegría total. Llevábamos casi 3 años sin vernos, y nos hemos puesto a recordar cosas del Estu, de Roma-Bologna, del Chami y de Mallorca. ¡Qué felicidad!
Por la noche, tocaba clase de percusión en la Casa Rosa (un centro cultural muy chulo). Allí he visto –yo con mi ritmo paso de tocar nada- como ensayaban y luego hemos comprado unos instrumentos.
El día, para hacerme más feliz todavía, ha terminado en un restaurante japonés y luego, a la cama, que mañana ellas trabajan y a mi me toca tour por la ciudad.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Bogotá - Manaos - Brasilia - Rio Janeiro
En mi primer viaje al hemisferio sur y a unos 9000 metros sobre el nivel del mar, estoy viendo el cielo estrellado por primera vez en dos meses.
Bogotá, pese a que su eslogan dice que está “2600 metros más cerca de las estrellas”, es una macro ciudad de 8 millones de habitantes tan contaminada que impide ver los astros de noche. Algún día, y con una gran emoción, hemos podido ver Orión o Casiopea, pero esas noches despejadas en las que el cielo se abre son, también las más frías.
Se supone que si en Río se dejan ver las estrellas, el firmamento se ve diferente, igual que las estaciones (ahora es verano) y el girar del agua en el lavabo. Ya lo experimentaré dentro de unas horas...
Cuando hemos subido al avión, uno de los azafatos (sólo hay una mujer en la tripulación y es la que baja la media de edad), ha “flitado”. No sé si lo hacen en todos los vuelos o sólo en los provenientes de Colombia. Pero, entre esto y el control de mi pasaporte de vacunas, me he sentido un poco “apestada”.
Bueno, dentro de media hora, más o menos, llegaremos a Manaos, donde mis miedos me dicen que no me va a dar tiempo de pasar el control de pasaportes, recoger mi maleta, volver a facturar y no perder el avión. Ya veremos...
Pues sí, me dio tiempo de hacerlo todo y, encima, tuve que esperar porque el vuelo de Manaos a Río de Janeiro (con parada en Brasilia) tuvo una hora de retraso y salimos a las 3 de la madrugada. Por cierto, Manaos, que está en medio del Amazonas, tiene un nivel de humedad descomunal, incluso de noche.
Antes de salir hacia Rio
Yo me considero europea 100%, no ya española, porque creo que el gentilicio “europeo” define mejor a lo que me refiero. Es más, creo que, sino fuera por el frío y la falta de sol, yo sería feliz en Suecia, Finlandia o Noruega. Pero, la lotería ICEX me ha traído a la zona complicada en competitividad (supongo que en África es peor y que el problema del idioma no ayuda mucho en Asia). Cuando te dicen que tu destino es América Latina piensas: “bueno, al menos la barrera cultural e idiomática está salvada”. Primer gran error. Pese a que hablamos el mismo idioma, la forma de comunicarse no es la misma.
No hablo de las palabras ni de las expresiones diferentes. Hablo de la manera de comunicarse. Y, aquí, choco con el colombiano.
Colombia se está abriendo y modernizando, pero esa manera de llamarte “señora” o “su merced” se me hace de Amor en Tiempos Revueltos y me incomoda sobremanera.
Otra cosa que no puedo soportar es que me hablen mirándome a los pies, como me ha hecho Diana Esperanza en la facturación de mi mochila de 9 kilos (creo que nunca había viajado con tan poco peso) y que, ahora mismo, debe estar en el “almacén de las maletas de pasajeros bordes” para ser llenadas de droga.
A mi, que siempre me han gustado los aeropuertos, no tanto como a Paola, que quedaba para tomar cafés en Barajas, y que hoy era la mujer más feliz del mundo, llegar a El Dorado me ha puesto de un mal humor tremendo. Entre el taxista-camello suicida, que no ha respetado ni una sola señal de tráfico en todo el camino y los de Varig, han conseguido sacarme toda la felicidad de encima.
Menos mal que mañana me recuperaré tomando el sol en Ipanema...
miércoles, 5 de diciembre de 2007
Me voy a Rio
Como no tengo demasiado tiempo, sólo quiero mostrar mi más absoluta admiración hacia Luis que hoy ha sabido que ha aprobado el tercer examen de la oposición y ya tiene un pie y medio en la carrera diplomática.
Pues nada, volveré el lunes por la noche de Brasil y el martes empezaré a comentar todo lo del viaje.
Buen puente.
lunes, 3 de diciembre de 2007
Mi viaje a Itaca
Yo también, como Ismael, tengo un sueño y lo estoy persiguiendo. En mi caso, no es vivir de la música, más que nada porque me "invitaron a abandonar" dos coros siendo pequeña, pero sí sueño con cosas que me están llevando a escenarios cada vez más grandes y más lejanos...
Muchas veces no sé ni cuál es mi Itaca final, pero eso no importa "preg perquè el camí sigui llarg, ple d'aventures i de coneixences (...) que siguin moltes les matinades i que entri en un port que els meus ulls ignoraven i a ciutats per aprendre dels que saben" En mi Itaca voy parándome en muchas islas, voy haciendo un viaje en mi vida que me ha llevado a Madrid, Roma, Dublín y ahora, a Bogotá. Me demoro en cada isla, saboreando los instantes (aunque al principio cueste saborear según qué), porque es cierto que es más importante el viaje que la llegada. Además, yo llegué a una pequeña Itaca, al trabajo de mis sueños y no salió bien. Pero, aún así, es bonito caminar, perseguir un sueño mediante un viaje (y en mi caso, nunca mejor dicho, un sueño que me ha llevado durante 8 años viajando de un lado a otro). A veces, las islas en las que me paro no son paradisíacas, son más bien islas artificiales en medio de cordilleras o sobre una meseta, pero van a aportar igual "Tingues sempre al cor la idea d'Itaca.Has d'arribar-hi, és el teu destí,però no forcis gens la travessia. És preferible que duri molts anys,que siguis vell quan fondegis l'illa, ric de tot el que hauràs guanyat fent el camí, sense esperar que et doni més riqueses"
Y aquí estoy, en la oficina de Bogotá, en teoría trabajando pero pensando ¿qué hago yo aquí?. Supongo que la conversación con Carlos de anoche ha influido en este post y, más que nada, el pensar en lo que voy a escribir para el suyo. ¿Qué voy a contar de nuestras Itacas, Carlos? Mañana espero tener la respuesta en forma de post.
El Parque de la 93 en Navidad
Volviendo al tema de la Navidad (muy recurrente en estas fechas), no puedo olvidarme del Parque de la 93. Aquí, las calles no tienen nombres, sino que se conocen por números y la 93 es el centro de un radio muy pijo y selecto de Bogotá (aunque sea un poco de "plastelina" y con gente a la que le encanta lucirse). Este parque, que hace algo más de 10 años era un basurero, se ha convertido en el lugar más chic de la ciudad y en estas fechas es el punto de reunión de todos aquellos que desean ver la transformación de este solar e imaginarse cómo puede ser Bogotá en un futuro.
En una ciudad donde el color habitual es el gris, la cercanía de la Navidad le ha dado otro tono gracias a las luces parpadeantes que se encienden en las fachadas de los edificios y los árboles de navidad sumamente engalanados que se aprecian a través de los ventanales. Las tiendas hacen su agosto particular con los productos navideños. Hay manteles, vajillas, bandejas, luces de todo tipo, ciervos de mimbre y bombillas que se encienden y mueven, y todas las bolas y muñequitos imaginables. Pero, incluso habiendo visto el "negocio" de la decoración en esta ciudad (para mí sólo comparable a lo que vi en México hace tres años), no puedes imaginar cómo está el parque sin verlo...
Los árboles se han convertido en arbolitos gigantes en los que se han colgado estrellas y bolas brillantes de gran tamaño. También hay coronas navideñas iluminadas colgando de farolas y ramas y, en el centro del parque, un gran belén con todas sus figuritas. La verdad es que no me he pasado por el parque de día y sé que tengo que hacerlo. Pero, por las noches, es el centro neurálgico del barrio y el lugar de peregrinación de la mayoría de bogotanos. Además, para inaugurar la iluminación (y por lo que me han dicho, para congregar a más gente), cada noche hay una lluvia de fuegos artificiales que dan más color a la zona.
Hoy tengo que reconocer que me gusta este abuso de los adornos y las luces, aunque no me emocione la Navidad. Y es que, cualquier ciudad del mundo muestra su mejor cara en estas fechas.