Tras la marcha de ayer (y tener partes de mi cuerpo achicharradas), esta mañana ha vuelto a tocar playa. La verdad es que hemos llegado tarde y yo he aguantado una hora sobre la arena. Pero un rato más haciendo de abuelita sentada en el chiringuito y tomándome una coca-cola mientras leía un libro.

Por la tarde, después de cargar en el mercadillo, hemos ido a la Rueda de Samba de la Casa Rosa y allí hemos cenado feijoada (frijoles -judías- con arroz, carne, una cosa verde, una harina rara y naranja) y bailado un rato. Al principio se estaba bien, pero al final había demasiada gente y hacía un calor infernal. Pero, entre que el ambiente era bueno, la música muy animada y volvía a tocar el negrito guapo de ayer, pues ha estado muuuuy bien.



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