Día 1
Río de Janeiro, 6 de diciembre de 2007
Llegar a Río ha sido un poco odisea, pero al final he llegado a la Rua Nascimento Silva número 22, o lo que es lo mismo, a casa de Pati Polite. El apartamento en el que vive con María es muy veraniego y acogedor y está a tan solo 5 cuadras de la playa.
En casa me ha dejado instrucciones precisas de los sitios cercanos a su casa donde puedo comer, comprar y, sobre todo, cómo puedo llegar al mar (bueno, al Atlántico).
Como era de esperar, me he puesto el bañador y me he ido hacia la playa de Ipanema. Dejando claro que no me gusta nada de nada ir a lucir mis michelines por la arena, por primera vez en mi vida me ha dado vergüenza auténtica ir a la playa con un bañador entero. Aquí todo el mundo lleva bikini (y cuanto más pequeño, mejor). Así que he aguantado una horita y me he vuelto a casa para cambiarme y buscar una tienda en la que poderme comprar un bikini. Y lo he encontrado. No es muy bonito, pero ahora la gente ya no me mirará raro por la playa...
Río de Janeiro, 6 de diciembre de 2007
Llegar a Río ha sido un poco odisea, pero al final he llegado a la Rua Nascimento Silva número 22, o lo que es lo mismo, a casa de Pati Polite. El apartamento en el que vive con María es muy veraniego y acogedor y está a tan solo 5 cuadras de la playa.
En casa me ha dejado instrucciones precisas de los sitios cercanos a su casa donde puedo comer, comprar y, sobre todo, cómo puedo llegar al mar (bueno, al Atlántico).
Como era de esperar, me he puesto el bañador y me he ido hacia la playa de Ipanema. Dejando claro que no me gusta nada de nada ir a lucir mis michelines por la arena, por primera vez en mi vida me ha dado vergüenza auténtica ir a la playa con un bañador entero. Aquí todo el mundo lleva bikini (y cuanto más pequeño, mejor). Así que he aguantado una horita y me he vuelto a casa para cambiarme y buscar una tienda en la que poderme comprar un bikini. Y lo he encontrado. No es muy bonito, pero ahora la gente ya no me mirará raro por la playa...
Por la tarde, cuando ha llegado Pati a casa ha sido una alegría total. Llevábamos casi 3 años sin vernos, y nos hemos puesto a recordar cosas del Estu, de Roma-Bologna, del Chami y de Mallorca. ¡Qué felicidad!
Por la noche, tocaba clase de percusión en la Casa Rosa (un centro cultural muy chulo). Allí he visto –yo con mi ritmo paso de tocar nada- como ensayaban y luego hemos comprado unos instrumentos.
El día, para hacerme más feliz todavía, ha terminado en un restaurante japonés y luego, a la cama, que mañana ellas trabajan y a mi me toca tour por la ciudad.
1 comentario:
jaaaaa. Con bañador en Ipanema. Pues si pues si. Yo con mi vikini, que pensaba que eran de tamaño normal... también me dio un poco de apuro.
Un besazo desde SP.
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